
Cuando la musica se apoderaba del lugar solo pordia oir lo que no sonaba, veía las miradas pero por dentro de ellas. Como si las mentes con bocas gigantes susurraran a mi oido, diciendo instrucciones macabras, dando las claves del desastre. Bloqueado, sin pensar ni hablar ni oír, me movía cada vez más rapido, obstáculos no existían. Al final del camino me dí cuenta de que todo había salido como no debía salir, pero saben que... todo siempre sale como debe ser. Me dí cuenta de eso más allá del final. Donde la única voz que oigo es mía, donde la distorsion no existe y el camino sólo es uno: el mio.